jueves, 21 de enero de 2010

La radio y yo



Hace un año prendí mi radio AM y era "JuanGa" el que encebollaba mi entorno, que hacía vibrar el pecho y ponía los ojos lagrimones.


Cuántas canciones pasan por esa transmisión... y el locutor de voz ultra grave acota con alguna frase cliché para presentar el tema de la semana.



Estaba yo sentada al otro lado de mi ventana, tomando sol e intentando resolver un poco el entuerto en el que he caído.


"Para todos los corazones que sufren por ese amor"


Justo en un momento de pausa en mi mente me despierta el enunciado. Y con él la guata se me estrujó y cerré los ojos para no creer. No podía ser yo ahora la que estuviese en ese lugar. No es por gusto, pero soy yo siempre la que sale pa' atrás en las relaciones amorosas, la que pierde más fe que las sonrisas ganadas... pero ahora no era así y al contrario de lo pensado y lo "normal", no lo disfruto... lo paso mucho peor.




Él era el tipo ideal, a pesar que nadie lo conocía todos me lo decían, porque era un buen hombre. Así se proyectaba, al menos. Se preocupaba por mí lo suficiente, no rebasaba los límites; era atento, amable, chistoso y tierno a la vez, un hombre abrazable, confiable. Un tipo tranquilo dentro de lo normal, bueno pa' la talla, gracioso y coqueto, me daba seguridad; un hombre estable... emocional y racionalmente.

Teníamos lo suficiente en común para compartir y lo que no lo transábamos. Hasta sus desubicadas no molestaban.

Salíamos harto, improvisábamos, las cosas se daban espontáneamente. Nunca me pidió nada ni me dio de más. Todo en su justa medida.

Nunca hablamos de sentimientos porque sólo los sentíamos... pero nunca aclaramos las cosas.

Quizás, cada vez que le preguntaba a mi amiga ¿por qué no e encuentro con un hombre así? no medía las consecuencias. Porque lo encontré y lo tenía ahí, para mí.


No soy la más simpática, ni la más bonita, tampoco la más graciosa, pero lo tenía para mí.
No me daba siempre en el gusto, tal vez así me atrapaba, no me decía siempre que sí y no se moría por mí... por eso yo seguía ahí.
Pero él no me tenía a mí como yo a él.

Algo me pasaba que no sentía su mano tomar la mía, entonces venía otro y la tomaba y yo partía; partía con él, como partía con otros y nuevamente con él. Lo más extraño para mí es que no me sentía traicionada ni traicionando. Al contrario, sentí seguir mis instintos como nunca, sin hacer daño, sin sufrir, sin molestar.
Era simplemente otro ritmo, uno nuevo para mí. Era como cambiar de banda de boleros a banda de cumbias. Era como cambiar de un pastel de frambuesa a un plato de mariscos.
Era un cambio que no me molestaba; me acomodaba... pero nunca supe si a él también.

Un día creí que ya fue hora de aclarar nuestros puntos y le dije cuáles eran mis puntos sobre la i. También sonaba mi A.M. y me cantaba...


Y no era lo que yo precisamente quería decirle, pero él sí. Lo hizo,me lo dijo... no me dejó conversar, se tomó la palabra y se aprovechó de la canción para empujar sus palabras.
Muchas bonitas y simples declaraciones, apuestas al futuro cercano, advertencias de fidelidad y la amistad por sobre todo.
Yo lo miraba tratando de asimilarlo y decidiendo si callar y dejarlo hablar o sincerarme... porque en ese momento sí sentí la culpa.
Me tomaba la mano, me hacía cariño en el pelo y cosquillas en las mejillas con su barba saliente cuando me hablaba al oído.
Si lo veo desde afuera... el momento perfecto, que exquisitos minutos... cómo negarlo. Pero desde dentro se sentía extraño, frío, temeroso. Ahí me di cuenta que estábamos parados en distintas veredas, sólo que una parte de mí quería cruzar a la suya y otra tenía miedo y culpa.

Él seguía hablando y de cierta manera quería respuestas... yo me hacía la sorprendida, pero en realidad estaba muy confundida.
Nos callamos un rato, nos miramos,me abrazó,le apreté la mano y le dije:
"Esta es una muy linda ilusión que vamos a construir los dos"
Me miró, sonrió y me besó. En eso yo pensé: ojalá que esa ilusión no rompa tu corazón.









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