Te das cuenta negrito, que la vida era la que no quería que los dos nos volviésemos a ver, que ninguna calle nos hiciera topar, que ningún paseo en metro nos haga encontrar. Más de algún recuerdo provoca nuestros encuentros inesperados, pero la vida real… la vida real nada; nos quiere lejos, nos quiere con el tiempo, nos quiere lejanos. Nos quiere ahora.
Yo no creo que esté mal, no creo que haber dicho “no” esté mal, no me arrepiento de haber dado la vuelta y borrar con goma la historia pintada en grafito, para que ahora quede medio borrosa. Me alegra haberle dado espacio a esas nuevas personas, a esa persona; me alegra vaciar el corazón y desocupar la mente de tus fotos y tus manos, para llenarla de otra piel y nuevas canciones de respiros al amanecer.
Esos ojos pardo azul, esas manos carnosas morenas, esa cintura ovalada y esos pies singulares son los que ahora colapsan el aire de mi espacio, la cama es otra, el color es otro, el pelo cambió, la suerte también; el juego tomó otro rumbo y los planes los omití; tu cara la suplanté y tu voz nunca más la escuché; tus golpes los negué y tus juegos los guardé en el jardín. Las fotos no las quemé, pero las carta las reenvié a quien hoy correspondían.
¿En qué piensas ahora?
Nunca te negué, jamás te evadí, solo te olvidé.
