Pasó el rato y se le olvidó todo, el cariño se apoderó de él y de su expresión... sus manos ya no eran amigas y sus sueños ahora eran prohibidos. Los dos callaron como si una bala silenciadora hubiese pasado por su frente, pero no, no era una bala; era un beso sencillo, un beso indiferente, un beso ajeno.
Las ropas se dejaron caer como si tijeras voladoras cortaran sus lazos y las palabras poco a poco sobraron. La luz no era más que la cínica visita de la realidad y la tv un elemento más de distracción para el ambiente. Ella arrancando de la rutina, él viajando al centro de la tierra; un súper encuentro irrepetible dentro de sus cabezas.
Pasó el amanecer, miraron enmudecidos por la ventana y tomaron té.
Cuatro horas más tardes ella durmió y él huyó.
Las ropas se dejaron caer como si tijeras voladoras cortaran sus lazos y las palabras poco a poco sobraron. La luz no era más que la cínica visita de la realidad y la tv un elemento más de distracción para el ambiente. Ella arrancando de la rutina, él viajando al centro de la tierra; un súper encuentro irrepetible dentro de sus cabezas.
Pasó el amanecer, miraron enmudecidos por la ventana y tomaron té.
Cuatro horas más tardes ella durmió y él huyó.
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