
Cuando algo nos toma por sorpresa, es porque no advertimos la esencia de su magia, el proceso, porque no tomamos en cuenta señales ni presentimientos que distrajeran nuestra horrorosa rutina. Nos envolvemos tan fácil en lo superfluo, que olvidamos el encanto del detalle, que perdemos norte – sur – oriente y poniente de lo que en un inicio como persona quisimos.
El día en que crecí fue cuando me di cuenta de que todo es relativo, que las personas no son para siempre y algunos sentimientos tampoco. Que el día que estreché la mano de mi más pequeña luz debía cultivarla y energizar el alma para perdurar con ella hasta el infinito, aunque nuestro infinito sea tan finito como una estrella en el cielo marrón de la noche. Que el día que estreché tus ojos robé más miradas de las necesarias para que en cada ausencia sintiese tu presencia; algún día acabarán y ya no estarás.
Luego no crecí tan sólo yo, si no que conmigo creció mi alma y fue cuando entendí que siempre estarás ahí conmigo, no tú... no él… estarán siempre en mi camino iluminándome cada espíritu que guardó algo para mí, que en su día detuvo algo por mí, que en la vida dedicó una emoción en mí. Yo debo cargarlas y no como una enorme mochila, es ese alivio que vas sintiendo día a día, cada sonrisa, cada alegría, cada contento. Y cuando hay pena es porque lo olvidas, porque ensucias tu vida con tropiezos que no sabes levantar ¿sabes de dónde debes afirmarte? De mí, de aquella vieja alma que te acogió, de esa sonrisa humilde que él te dio. No debes olvidarlas, debes tenerlas presentes como un dibujo que calcas cada mañana en tu mente, debes ejercitar su anhelo en tu recuerdo y borrar todo aquello que sólo te provoca un atropello.
Cuando algo nos toma por sorpresa es el momento de decir ¡pare! De estrechar tus dos manos, recoger tu cabeza y pararte en un limbo, ahí debes darte cuenta de cómo y dónde estás parado y dónde y cómo deberías estarlo ¿estás donde debes estar? ¿Estás como quieres estar? Tienes las respuestas, puede que algo escondidas… pero insiste que pronto las encontrarás. Solemos ser niños jugando a ser grandes inmersos en un mundo de grandes jugando a ser niños ¿de qué lado vas a estar?
El día que crecí ya no estabas ahí, el día que crecí me vi sola ante mí. Luego volví a crecer y ya me sentía bien y volví a regalarte mi sonrisa y mi humilde razón. Sabes que la energía y
yoestuveahí*